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Crisis mundial - Manuel Riesco - Cenda Chile

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Mensaje  Admin Dom 28 Dic - 7:25:57

Crisis mundial - Manuel Riesco - Cenda Chile




Crisis mundial - Manuel Riesco - Cenda Chile ECONORIESCO




Treinta veces la misma piedra, por Manuel Riesco de CENDA


Los aspectos de la teoría de las crisis que se han venido comentando en estas notas en buena medida se conocen desde hace más de un siglo y medio. Es el caso de los efectos del consumo de las empresas y las personas, del crédito y la especulación, de la sobreproducción y la tendencia cíclica al descenso de la tasa de ganancia (ver etiqueta navidad en crisis en este diario). Las dos que faltan en esta serie se refieren al rol del Estado y a los ciclos seculares, materias que asimismo vienen siendo tratadas ampliamente al menos desde los años 1930.


Sin embargo, parece extraordinariamente sorprendente que no sea una materia más estudiada y conocida de modo general.
Probablemente incide en ello el que la ciencia económica está dominada por panegiristas del capitalismo, para quienes constituye una verdad incómoda, como dice Gore en relación al calentamiento global.
De hecho, para el fundamentalismo de mercado éstos siempre buscan su equilibrio y por lo tanto las crisis obedecerían a perturbaciones externas que impiden su funcionamiento normal. Por otro lado, hasta los años 1970 de hecho se pensó que se los había podido controlar mediante la acción del Estado.
Sin duda no se trata de un fenómeno natural, como los huracanes o las mareas. Hasta el momento, la crisis es quizás el fenómeno de destrucción material más masivo de factura puramente humana. Desde este punto de vista es aún más peor que las guerras, nuestro engendro más horroroso.
Es el fenómeno más importante que afecta a la economía capitalista mundial, que a su vez constituye hasta el momento la construcción social más vasta y compleja, terrible y asombrosa al mismo tiempo, como se ha dicho.
El ciclo constituye por cierto la base de la comprensión de su comportamiento en cada momento. Funciona casi siempre de cabeza, ocultando su verdadera naturaleza. Durante las crisis, en cambio, se vuelve cabeza arriba y sin ningún recato muestra desnuda todas sus presas en su cruda realidad, que mirada desde muchos ángulos resulta bien fea.


Asimismo, determina la selección de los instrumentos de política económica adecuados a cada una de sus fases. Los que sirven en una resultan letales en otra y viceversa.
El capitalista o ministro que no lo entiende vendría siendo como un campesino que no tomase en cuenta las estaciones. No se conocen casos de lo último. Aunque no sepan leer ni escribir, hasta los más brutos saben elegir con precisión la estación adecuada para la siembra y demás faenas.
Sin embargo, resulta de hecho más bien asombroso comprobar que tanto la masa de los capitalistas como asimismo los economistas y las autoridades tropiezan una y otra vez con la misma piedra. A lo menos treinta veces desde 1825, es decir, en promedio más o menos cada seis años.
Siempre, pero especialmente en los períodos de "boom," aparecen quienes sostienen que "esta vez es diferente" y muchos están más que dispuestos a hacerles caso.
De hecho, los economistas y medios más serios han refinado notablemente el estudio del ciclo económico. Se ha investigado en detalle cada una de las recesiones, cuantos meses duró, que profundidad alcanzó, cuales fueron sus características específicas, que lecciones dejó.


El indicador más confiable para seguir su curso es precisamente la encuesta periódica a los gerentes de compras de las empresas, que permite estimar el comportamiento de la parte del mercado que es decisiva en las crisis. Marx se hubiese deleitado con tal estadística. En Chile ni siquiera se registra oficialmente.
En los EEUU hay un grupo de sabios oficiales que determinan cuando esa economía entra en recesión y sale de ella - la definen de manera muy general como una contracción generalizada y relativamente prolongada. Usualmente emiten su oráculo meses después que las recesiones han terminado. Ahora, por ejemplo, recién en diciembre del 2008 vinieron a determinar que se encontraba en recesión desde exactamente un año antes. Probablemente esta vez no van a declararla terminada sino hasta bien entrado el 2010 o después.
Otros economistas se especializan en el estudio de los ciclos bursátiles, como el chileno Hernán Cortés que acertó medio a medio en su diagnóstico del carácter de la crisis precipitada el 2000 (ver nota "1929 y 1999" y clase magistral de Cortés en CENDA el 2002) y nadie le tiró mucha pelota. Incluso, los apóstoles de "tercera vía" exiliados en la CEPAL desde el "segundo piso" y ministerios de Lagos, le hicieron la vida imposible hasta forzarlo a salir de allí. A Ffrench-Davis hasta le quitaron secretaria y oficina.


Asimismo, las ganancias de las empresas son seguidas con enorme interés y especialmente por los estudiosos más sabios - en Chile, por ejemplo, el economista Orlando Caputo es de los que más cercanamente sigue su evolución, sin que nadie lo infle mucho en esto como tampoco en sus estudios visionarios respecto del cobre.
En una nota siguiente se verá como Robert Brenner utiliza este indicador para estudiar los ciclos seculares y descubrir sus causas.
Sin embargo, las estadísticas de ganancias usualmente se conocen con cierto retraso porque las empresas publican sus balances usualmente cada trimestre o año, por lo cual no permiten pronosticar mucho.
Además, no hay nada menos confiable que los balances de las empresas en períodos previos a las crisis. No hay quiebra que se respete que no sea precedida por unos estados financieros bollantes, publicados con triple auditoría a veces pocos días antes de declararse en cesación de pagos.


Por otra parte, las estimaciones al respecto de los llamados "analistas financieros" no sirven absolutamente para nada. A esos tipos solo les interesa estimular a la gente a comprar acciones - cobran pingües comisiones por ello -, para lo cual hay que mantener las utilidades elevadas a como de lugar.
Como se sabe, los inversionistas en acciones se fijan mucho en la relación precio de las acciones /utilidad de las empresas. Si es alta no compran. Por lo tanto estos "analistas" siempre inflan las utilidades para disminuir dicha relación.
En esta crisis simplemente se pasaron. Hasta septiembre del 2008 pronosticaron que las utilidades de las empresas iban a crecer este año ¡en 60%! En diciembre corrigieron su estimación ¡al 6%! (ver nota anterior "Fuera de tiesto").


Como se referirá en la nota siguiente, ahora somos todos Keynesianos.
Sin embargo, como se ha puesto de manifiesto en estas notas, Marx es probablemente el economista que más a fondo se ha adentrado en el mecanismo de los ciclos y las crisis capitalistas.
De hecho, su estudio se ha puesto de moda precisamente a partir del inicio de las actuales turbulencias en 1997. Eric Hobsbawm consigna en su magnífico prólogo a la reedición del Manifiesto Comunista publicada ese año por Verso como ésta se transformó en un superventas, y la compraban a montones incluso en una mesa con un paño rojo ubicada en las puertas mismas de la bolsa de Wall Street.


Este año sus escritos han sido revividos en numerosas oportunidades desde las páginas del Financial Times, en un libro publicado por un obispo alemán, y hasta en un comic japonés.
La editorial de la USACH ha publicado un resumen del primer libro de El Capital preparado por Alejandro Yáñez, ex presidente de la FEUT y líder del movimiento Universidad Para Todos de los años 1960, que fue un éxito de ventas en la reciente Feria del Libro de Santiago (ver ensayo "Sobre derrumbes".)
Sin embargo, la expulsión de Marx desde las universidades chilenas durante su copamiento militar e ideológico efectuada por la dictadura se mantiene hasta hoy, con un par de meritorias excepciones. Ello no hace ningún favor a la ciencia económica, muy por el contrario.


Quizás una de las consecuencias de la presente crisis sea justamente el recuperar una visión crítica de esta vapuleada ciencia, sin temas tabúes ni autores escrachados.
A lo mejor ello nos prepara mejor para lo que se nos viene encima ahora. Pero especialmente para el montón de ciclos y crisis que todavía deberá aguantar la humanidad antes que le llegue la hora de dar con capitalismo en el tacho de la basura y reemplazarlo por un régimen superior.
Sancho Panza, siempre tan aficionado a los dichos a disgusto de Don Quijote, comentaría que no hay mal que por bien no venga.


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